En el deporte, mindfulness. En el deporte, comprensión y aceptación. En el deporte, pasión inteligente. En el deporte, metas y, por tanto, esfuerzo. En el deporte, competición.
Convivir con deportistas durante sus jornadas de entrenamiento y competición me aporta la siguiente visión de la actividad mental deportiva de competición. Competir en una disciplina deportiva, es saber tener conciencia plena en el momento presente; es comprender los elementos del momento presente y aceptarlos tal como se nos dan; es también involucrarse con pasión en la actividad, con dosis de inteligencia adecuadas a las exigencias presentes; es tener claras una metas concretas y establecer la disposición mental necesaria para realizar los esfuerzos necesarios. El deportista debe vivir la actividad de manera competitiva, es decir, estar dispuesto a poner en juego todas las capacidades y destrezas entrenadas, así como toda la pasión de que uno es capaz.
Mindfulness
Entrenar ‘mindfulness’ (o la atención plena focalizada) es entrenar la capacidad de atención para situar el foco de nuestra conciencia donde queremos voluntariamente que se encuentre. La atención es una capacidad mental de concentrar los receptores sensonriales en unos focos
determinados, dejando de focalizar en otros aspectos; la decisión de focalizar debe ser voluntaria. Y entrenable. También la atención es la acción de elegir entre varios de los posibles objetos de pensamiento.
Con ‘mindfulness’ entrenamos el manejo voluntario y consciente de nuestros sentidos y de nuestro pensamiento. El deportista tiene en esta disciplina una fuente sencilla y potente de recursos para entrenar su atención y debe proponerse conocer la ‘mindfulness’ y ser diestro en el entrenamiento con sus técnicas.
Comprensión y aceptación
La actividad deportiva es una sucesión de momentos y experiencias que requieren una respuesta específica por parte del deportista. Dos de las facultades mentales que considero estratégicas en la práctica de una disciplina deportiva son la comprensión y la aceptación.
Estas facultades mentales se entrenan proponiendo a los deportistas retos en los que aparezcan cambios imprevistos que aceptar sin cuestionamientos. En la práctica de la competición van a aparecer circunstancias que provoquen resultados inesperados e indeseados que, una vez acontecidos no hay más que comprender y aceptar, dejarlos en el pasado y disponer así de todas nuestras facultades mentales en el momento presente, sin que nos condicionen las experiencias sucedidas.
Pasión inteligente
A menudo he observado a deportistas que manifiestan ira cuando las circunstancias que tienen que afrontar no producen los resultados que ellos deseaban. Esta emoción les consume mucha de la energía mental que deben dedicar a disponer su mente en la atención a las circunstancias deportivas del momento presente. Muchos de los deportistas justifican ante sí mismos esta emoción con el argumento de que se comente una injusticia inmerecida contra el propio deportista o afirmando que esa ira es indicio de su entrega y motivación por darlo todo en esa práctica deportiva, y en ese momento.
Pero la entrega y la motivación nunca se manifiestan en forma de ira. La pasión es darlo todo y considero que de por sí no es un valor en el deporte, si no viene apareada a capacidades propias de la inteligencia. Darlo todo apasionadamente en el deporte debe ser darlo todo de modo inteligente: es decir, dar y saber reservar para lo que queda; dar, pero esperando que llegue el momento adecuado para darlo; dar en la medida justa sin excesos ni defectos en la intensidad, en la potencia, en la amplitud o en cualquiera de las variables implicadas en cada práctica específica.
Ira es enfado y, por tanto pérdida de control, lo que nos lleva a hacer sin sentido de la medida, de la proporción y de la oportunidad. Pasión inteligente es control de los recursos y administración estratégica de los mismos con generosidad, compromiso, lógica, memoria y creatividad.
Metas y esfuerzos
En la práctica deportiva debe haber metas para que haya esfuerzo. Y debe haber esfuerzo para que se produzca un mantenimiento o progresión de los rendimientos. El que las metas sean
explícitas para los deportistas y sus entrenadores facilita la regulación de los esfuerzos y la toma de decisiones acerca de la corrección de los niveles de rendimiento esperados, deseados y logrados. Disponer de metas hace racional la práctica deportiva.Evidentemente, las metas deben estar proporcionadas a las capacidades, los calendarios y recursos disponibles. Pero en cualquier caso, una meta mal programada siempre puede revisarse y trabajar sin metas puede desorientar. En ambos casos se hará necesario establecer una meta racional en algún momento determinado.
Competición.
Suelo dedicar mucha energía y mucho tiempo a pensar cuál es el rendimiento mental adecuado que se debe exigir a un deportista. Mi respuesta actual es que el objetivo debe ser la victoria y/o la superación de los rendimientos obtenidos en igualdad de condiciones. Pero el rendimiento que debe exigirse es el de competir, es decir, la lucha por la superación, por ser mejores de lo que hasta el momento hemos sido. Así pues, el deportista debe exigirse competir y el logro de la superación o de la victoria será una circunstancia que deberá aceptar como venga para analizarla y aprender.
La práctica deportiva es una metáfora lúdica y competitiva de la vida. En muchas circunstancias cabe decir que seguir estos cinco pasos, entrenarlos y practicarlos, nos conducirá a lograr una vida plena en cada una de la etapas de nuestra existencia.
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