Imagina: eres abogada, has olvidado notificar a tu cliente la comparecencia en el juicio de aquel día y tienes que gestionar ante el juez esta situación. Este descuido perjudica tanto a su cliente como a la otra parte implicada en el juicio, y por supuesto, al propio Tribunal y a los profesionales implicados de una y otra parte, incluida ella misma.
¿Cómo actuar? ¿Dónde hay una salida digna y profesional para esta difícil situación?
La clave estuvo en actuar de manera sencilla y directa. Aquella abogada antes de la hora señalada para la sesión explicó al juez que su cliente no iba a comparecer porque había olvidado notificarlo.
El juez, observando que estaban presentes procurador y abogada, concluyó: «Vamos a ver si podemos resolverlo todo en el día y, si no, ya decidiremos».
El caso es que comenzaron las negociaciones entre ambas partes y progresivamente se iban produciendo acercamientos que auguraban que, finalmente, podría llegarse a un acuerdo entre las partes. El acuerdo llegó y fue innecesaria la celebración del juicio.
Al margen de otras habilidades esta excelente abogada practicó la de aceptar su humanidad, su vulnerabilidad, su imperfección y reconocer que habitualmente comete errores como suele ser propio de seres humanos. Solemos decir: como humano que soy, a veces me equivoco. Nos equivocamos muchas veces. Como humano que soy me equivoco y suelen ser más veces de las que soy consciente.
Lo que ella experimentó en esa ocasión fue la seguridad personal y el poder de su autenticidad. Siendo auténtica se situó en la ocasión de ser responsable: de su éxito, de su fracaso, de su acierto y de su error. Asumió las consecuencias de sus actos. Ante los demás, entre otros el propio magistrado, fue observada como una persona en la que se puede confiar. De este modo, generó confianza.
Al ser auténtica e inspirar confianza fue validada como persona en la que depositar compromisos valiosos. Lejos de esconderse tras excusas o evasivas, esta mujer asumió su error, su vulnerabilidad y, con ellos, las consecuencias de sus actos y de sus omisiones. Asumió su identidad como ser humano. Fue vista como un ser humano y así se la trató.
Autenticidad, seguridad en sí misma, confianza y responsabilidad la llevaron, por el sendero de la transparencia, a ser considerada una mujer honesta.
¡Qué bien nos sienta ser humanos!