Emociones, ayuda mutua y satisfacción personal.

Os quiero contar lo que he aprendido durante una reunión en Isla Cristina, Huelva, en ARATI (Asociación para la Rehabilitación de Alcohólicos y Toxicómanos Isleños) con las personas que atienden la «Guardia de Acogida». ARATI es una asociación que mantiene un centro de terapias en grupos de ayuda mutua de personas que quieren ser libres tras estar viviendo una procesos de dependencia.

La guardia es esa labor consistente en acoger en el centro a las personas que se acercan por primera vez a pedir ayuda para si mismas o para algún familiar o allegado. Esta labor es fundamental debido a que la persona recibida llega normalmente muy angustiada en busca de una ayuda que le resulta absolutamente necesaria. Es muy difícil encontrar un recurso social en el que confiar para iniciar tu proceso de deshabituación de drogas u otras conductas adictivas.

Lo que quiero resaltar de esta reunión de hoy es que las personas asistentes han realizado diferentes aportaciones que me parecen muy significativas y de las que podemos aprender mucho para aplicarlo a diferentes ámbitos de nuestra vida. Voy a escoger tres de las ideas presentes en la reunión y voy a valorar las enseñanzas que podemos extraer de cada una de ellas.

Primera idea: LAS EMOCIONES SON PROTAGONISTAS INVISIBLES DEL ESPACIO RELACIONAL.

En cualquier encuentro humano los factores emocionales invaden un gran porcentaje del espacio de las relaciones y normalmente no tomamos conciencia de la importancia de estas emociones ni las tenemos en cuenta de manera significativa.

Está claro que las personas más hábiles para identificar las emociones propias y ajenas y comprender el modo en que estas influyen en el pensamiento y el comportamiento humanos tienen más capacidad para adaptarse a las relaciones personales y sociales en que se ve involucrada.

Un primer e imprescindible paso para desarrollar las propias habilidades para las relaciones personales es aprender a reconocer las propias emociones y las emociones de los demás.

Podemos aprender a reconocer las emociones observándolas, interpretándolas y dialogando sobre ellas siempre que tengamos ocasión.

Segunda idea: PEDIR AYUDA ES COSA DE SABIOS.

Un equipo crece y se enriquece cuando sus componentes aprenden a pedir ayuda a sus compañeros y lo hacen sin complejos.

Las dificultades para pedir ayuda provienen de creencias personales que nos limitan y nos hacen más cerrados sobre nuestras capacidades y nuestra valía. Identificar estas creencias limitantes y tomar conciencia de nuestras capacidades y nuestras habilidades nos facilitará la posibilidad de pedir ayuda a otras personas y esta práctica nos va a hacer personas más sabias, más expertas y más abiertas a diferentes experiencias de crecimiento.

La invitación a pedir ayuda es evidente. Vence el miedo a reconocer que necesitas ayuda. Practica el hecho de solicitar ayuda a otros y otras y verás como creces como persona y como crece tu capacidad de ayudar y ser ayudado.

Tercera idea: AYUDANDO HE SENTIDO UNA INMENSA SATISFACCIÓN PERSONAL.

Ayudar a otra persona de modo altruista desde la propia experiencia, desde una presencia acompañadora y con comprensión y empatía es fuente de una profunda satisfacción.

Uno de los asistentes comentó que para él, ayudar a personas en algo sencillo e importante emocionalmente había sido fuente de inmensa satisfacción personal.

Para mi la clave para sentir satisfacción ayudando a otra persona es compartir la propia experiencia de éxitos y fracasos en un ambiente en el que sientes que no vas a ser juzgado, en el que vas a ser escuchado con atención y en el que das y te das al otro de modo desinteresado.

Estas son las tres lecciones que humanidad que hoy he recibido de mis compañeros del grupo de Guardia y Acogida de ARATI en Isla Cristina en la provincia de Huelva. Gracias.

[Imágenes extraídas de unsplash.com]

Elige tu emoción

Cada mañana disponemos de varias oportunidades para equipar positivamente nuestro estado de ánimo… Al igual que elegimos la ropa que vamos a usar cada día, así elegimos la emoción con que vamos a vivirlo.

Es una elección tan automática que muchas veces no nos damos cuenta de que cada mañana hay unos instantes justo en el momento de despertar, mientras nos aseamos, nos vestimos, desayunamos… en los que la vida nos pregunta cual de tantas indumentarias emocionales queremos vestir.

Si nos entrenamos convenientemente observándonos cada mañana, acabaremos por ser conscientes de que justo tras despertarnos hay unos instantes en los que aún no hemos asumido la emoción con la que abordar la vigilia. Una vez transcurridos estos instantes habremos asumido automática e involuntariamente ya una emoción. Hasta ese momento, quizás por un breve lapso de tiempo, podemos elegir conscientemente con qué emoción vamos a comenzar a vivir el día.

Y el caso es que la emoción con la que nos vestimos cada mañana participa activamente en nuestra vida mental del siguiente modo:

  • Decidiendo. Participando activamente en la toma de decisiones.
  • Marcando el estado de ánimo.
  • Condicionando nuestra autoestima.

Por estas razones es importante tomar conciencia de que cada mañana debemos elegir la emoción con la que vamos a iniciar el día. Si aprendemos a realizarlo voluntaria y conscientemente lo adoptaremos como hábito y nos sentiremos más dueños de nuestro destino.

¿Y qué es lo que tenemos que aprender? Podemos aprender a aprovechar las cinco oportunidades básicas que os paso a exponer.

1ª. Aprovecha los mensajes que te envías desde tus sueños.

A veces la emoción con la que comenzamos el día la decide el rastro emocional que deja en nosotros la vivencia del último sueño de la noche. La última emoción que sentimos cuando estábamos soñando hasta nuestra vigilia y se propone como tinte emocional para dar color a nuestro día interviniendo en nuestra actividad mental.

Podemos analizar qué contenido nos propone el sueño para reflexionar y debemos hacer el análisis de ese contenido. Una vez hecho el pertinente análisis debo llegar a una conclusión y extraer una enseñanza que debo aplicar.

A veces podemos aplazar el análisis de las propuestas de nuestros sueños y, de este modo, dejamos paso a elegir nosotros libremente la emoción que queremos para este día.

 

2ª. Elige la emoción que quieres vestir en este día.

Si no hemos tenido un sueño previo, no lo recordamos o hemos dejado pasar la oportunidad de reflexionar sobre nuestro sueño, somos libres de elegir por nosotros mismos la emoción con la que queremos iniciar el día. Para ello es muy oportuno disponer de un listado de emociones favoritas nuestras y que tienen que ver con las tareas que tenemos y/o queremos realizar durante el día. De este modo lo que hacemos es buscar inspiración en alguna emoción positiva que nos llene el estado de ánimo, nos proporcione una mirada personal de la vida que se adecua a nuestra forma de ser y de pensar.

Algunas personas se inspiran con imágenes, con videos, con frases motivadoras. Por mi parte os he seleccionado cuatro frases que alguna vez me han ayudado a decidir la emoción que necesitamos. El mundo esta lleno de frases, de imágenes, de rincones con emociones positivas, bonitas, interesantes, con las que vestir nuestro mundo mental cada día.

Las frases que os propongo son:

“Puedo porque creo que puedo.” Carolina Marín, Campeona del Mundo de Bádmintón.

Calma, Conquista tu Alma. @PerssonalPsi

“Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así…” Joan Manuel Serrat, Cantautor.

“Creer para crear, crear para crecer.” Steve Job, Fundador de Apple.

3ª. Prepara rituales para conducir tu pensamiento hacia opciones «positivas»

Cada mañana podemos habituarnos a desarrollar rituales que nos conducen a sentir la emoción que deseamos voluntariamente. Muchos de nosotros ya practicamos esos rituales, yo os pongo lo que he visto que hacen muchas personas para inspirarse en la mañana…

Hablan con otras personas. Saludan, se desean buenos días y proponen una emoción: felicidad, alegría, calma, paciencia. Esto lo hacen dirigiéndose a determinadas personas o grupos y buscan hacerlo en persona, por redes sociales, por teléfono.

Hay personas que para comenzar el día cantan o bailan. En la ducha, mientras caminan al trabajo o mientras comienzan los quehaceres del día.
Muchos hacen algún tipo de deporte y así consiguen sentirse plenos, fuertes, voluntariosos, saludables.

Un ritual sencillo, bonito y muy efectivo es asomarse a tu ventana y buscar en el entorno y detalles que puedas admirar. Una nube, la brisa del viento, la belleza de un edificio, la lozanía de las plantas de algún vecino. Si podemos encontrar algo digno de admiración sabremos internamente que la vida es bella y merece la pena.

Alguna vez la inspiración la puedes encontrar haciendo una foto bonita y compartiéndola. Tal vez, también mirando fotos o videos bonitos que otros han compartido por redes sociales.

Meditar es una opción sencilla y muy recomendable para encontrar la emoción y el estado mental con el que comenzar el día.

4ª. Planifica brevemente.

Dedicar unos minutos a hacer un plan de lo que vas a hacer en el día te proporcionará una sensación de control que se traducirá en una emoción de seguridad.

Hay que contemplar en el plan la posibilidad de que surjan cosas que nos impidan llevarlo a cabo y que, en ese caso, vamos a ser flexibles para adaptarnos a las circunstancias.

5ª. Despierta en ti cada mañana la idea de que eres una persona importante y muy valiosa.

Hay una idea que debes tener presente cada mañana: que eres una persona importante y valiosa. Cada mañana debo poner esta idea en mi mente y puedo hacerlo repetiéndomela como un mantra. Puedo buscar razones o recordar lo que otras personas han visto de positivo y bueno en mi en algún momento. El modo en que consiga ver claro esta verdad incontestable es indiferente, el caso es conseguir ver con claridad que es absolutamente cierto que soy una persona importante y valiosa.

Así ya tenemos claro qué cinco posibilidades se nos ofrecen cada mañana para que yo me aplique a vestir mis mejores galas emocionales y vaya por ahí, por el mundo, disponiendo de un estado de ánimo adecuado, positivo y realista para afrontar el día y hacerlo mejor al resto de las personas.

Entrenar el agradecimiento

Os recomiendo entrenar el agradecimiento. La idea es que sistemáticamente, cada día, dediquemos unos minutos a pensar en todo aquello por lo que puedo estar agradecido. Pronto descubriréis que con este ejercicio se obtienen resultados positivos desde el primer momento.

 

Pero para hacer más operativa y práctica mi recomendación voy a experimentarla por escrito y para vosotros, y así os comunico los resultados que yo mismo obtengo.

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Cuidar el entorno de una relación o encuentro

[Antes de nada, permitidme recordaros que este artículo está relacionado con el anterior, al que accedes desde aquí.]

Estoy aquí, en el entorno en que me desenvuelvo ahora (vale cualquier lugar)… A mi alrededor hay música, ruido de personas que conversan despreocupadas de mi presencia, con una buena temperatura, una postura cómoda al estar sentado, una determinada luz que incide en la pantalla del ordenador…

Un ambiente propicio y agradable facilitará los encuentros

En los diferentes encuentros es importante cuidar el entorno en el que se desenvuelven puesto que las condicionan, las afectan y modifican. Muchas veces las cosas pueden suceder o no entre unas personas y otras gracias a que la relación se vive en un determinado entorno; en otros casos, lo que podría suceder deja de ocurrir porque en ese lugar no es posible que suceda eso y por tanto sucede otra cosa.

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Dar tiempo a cada relación

Cuando hablamos de relaciones personales importa tanto el motivo que nos relaciona como el modo en que vivimos esa relación. Estoy pensando en todo tipo de relaciones, entre padres e hijos, familiares (primos, tíos, hermanos, familia política…), de pareja, profesionales, de amistad u otras.

Cuando experimentemos dificultades en las relaciones personales acudamos a cuidar mínimamente los siguientes aspectos:

El tiempo, el lugar y nuestra actitud personal.

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