Dar tiempo a cada relación

Cuando hablamos de relaciones personales importa tanto el motivo que nos relaciona como el modo en que vivimos esa relación. Estoy pensando en todo tipo de relaciones, entre padres e hijos, familiares (primos, tíos, hermanos, familia política…), de pareja, profesionales, de amistad u otras.

Cuando experimentemos dificultades en las relaciones personales acudamos a cuidar mínimamente los siguientes aspectos:

El tiempo, el lugar y nuestra actitud personal.

Abordemos específicamente ahora la importancia de dar a las relaciones los TIEMPOS que precisan.

Antes que nada, tomemos conciencia una vez más de que en nuestras relaciones es crucial disponer para cada momento de los TIEMPOS necesarios. Muchas veces los malentendidos, las dificultades o el enfado, vienen causados por no haber otorgado el tiempo que una relación precisaba. Por ejemplo: determinadas reuniones fracasan porque estamos en ellas con prisas, o queremos abordar en el encuentro personal demasiados asuntos.

Si examinas relaciones personales que no llegaron a establecerse o que tuvieron mal desarrollo verás que muchas de las dificultades podrían haberse soslayado si hubiésemos sido más hábiles gestionando los tiempos.

Así pues, dar los TIEMPOS necesarios a cada uno de los procesos de nuestras relaciones se vuelve crucial (observa que uso “Tiempos”, en plural, para referirme al inicio social de un encuentro, a su desarrollo o a saber dar por concluido el momento).

*Atentos a la siguiente observación acerca del momento del día: Durante las mañanas solemos estar más descansados así que colocar en esa franja del día nuestros encuentros complejos puede ser aconsejable. Durante la última hora de la mañana y la tarde va apareciendo progresivamente el cansancio y es aconsejable no forzarnos a encuentros más complicados. La noche puede quedar para descansar o para encuentros informales a los que no exigimos demasiado.

Algunas ideas para mejorar estos tiempos:

Tiempo para la fase social
Cuando vamos a encontrarnos con alguien debemos disponer el tiempo preciso para presentarnos. Ya sé que muchas veces damos por establecido que ya nos conocemos y sabemos cómo nos sentimos, qué pensamos. Esto es absolutamente cierto y también es, casi todas las veces, un inmenso error. Nunca somos la misma persona que fuimos y siempre solo somos la persona del momento presente. Suponer es una facultad que nos ahorra tiempo y aporta, en muchos casos, dificultad de entendimiento. Así pues, evitemos suposiciones y precisemos con una actualización presentándonos de nuevo, aunque nos conozcamos de toda la vida y de cada instante.

Es importante saber qué tal se encuentran nuestros interlocutores emocionalmente, físicamente, qué circunstancias rodean sus momentos previos al encuentro. Esto mismo es necesario exponerlo a nuestros interlocutores acerca de nosotros mismos.

A todo esto le llamamos fase social y dedicarle el tiempo y la atención precisas facilita bastante la fluidez del posterior desarrollo del encuentro y, por tanto, de la relación.

Tiempo para el desarrollo del encuentro
En esta fase es importante contar con el Tiempo necesario, sin que sea ni escaso ni excesivo. Todos los participantes deben compartir lo que se espera de ese encuentro, precisando que no se exceda ni se quede corto el tiempo disponible para lo que se pretende. A veces, o más bien casi todas las veces, es preferible haber abordado bien cada uno de los temas antes y aplazar algunos antes que dejarlos a medias. En cualquier caso, lo adecuado será que cada una de las personas presentes en el encuentro o la relación se muestren satisfechas explícitamente con lo experimentado.

Tiempo para la conclusión del encuentro
Finalmente, debemos dar el Tiempo preciso al momento de la conclusión. Hay que tener suficiente tiempo para precisar la satisfacción de cada asistente con el desarrollo de los temas tratados. También es importante mostrar por parte de cada uno el sentir emocional con los acuerdos o conclusiones alcanzados. Recordad, sentir emocional. Cómo lo he vivido, cómo me ha hecho sentir.

Debe incluirse en esta fase un ratito adecuado a establecer si habrá un futuro encuentro y cuándo y cómo se producirá, en su caso.

Tiempo para la despedida
Aunque parece que ya está todo, aún nos queda reservar un tiempo suficiente para despedirnos: Decir adiós, dejar recuerdos para personas cercanas, hacer evidente que volveremos a vernos o que ya no volveremos a vernos, definitivamente o en algún tiempo. También podemos expresar nuestros deseos de mantener algún tipo de contacto o comunicación personal.

Si a cada uno de estos momentos hemos dedicado el tiempo necesario, el encuentro habrá transcurrido muy probablemente de modo armónico y esto habrá contribuido a que el objeto de la relación se haya alcanzado satisfactoriamente.

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