Penélopes y Ulises

Amaneces un día más a fuerza de persistente despertador y noticiero radiofónico con del que canturreas inadvertidamente la tonada publicitaria, al que adivinas la temperatura media de la provincia para el día y al que contestas con tu saludo al saludo del periodista que te desea «a todas y a todos, muy buenos días». Abrir persianas y echar una mirada al cielo que se te ofrece es la primera acción voluntaria del día, después de ensimismarte indefinidamente echas a andar atravesando estancias hasta la cocina. Puedes olfatear el café incluso antes de poner el microondas para recalentarlo. La taza humeante calienta tus manos y tu interior silencio mientras paseas los pasillos pasando ante las puertas que resguardan a los hijos que pariste y criaste con amor, empeño y tiempo. Dejas de lado toda reflexión para desarrollar el programa previsto: arriba hijos, ropa, desayunos, libros, cuadernos, mochilas y meriendas escolares a toque de minutos medidos. 

Tú, tu tiempo y nadie más en tu tiempo toda la mañana…

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