Vivir hacia adentro es vivir para que nos atiendan, para que los demás hablen de mí, que nos presten atención y estén pendientes de nuestras necesidades. Todos necesitamos vivir hacia adentro pues todos necesitamos atención. Pero a veces abusamos de este estilo de vida por distintas razones y de este modo conseguimos justo el efecto no deseado: sentirnos desatendidos, olvidados, solos.
A veces nos convertimos en insaciables depredadores de atención y abusamos de reclamar directa o indirectamente ser el centro de las conversaciones, ser el contenido de la información: que se hable de nosotros. Pero esto no consigue otra cosa que hacernos sentir más olvidados, menos atendidos, más frustrados. No nos sentimos a gusto y hacemos sentir mal también a las personas a las que más estimamos, que es a las que más exigimos. Esta es una situación insostenible: Debemos cambiarla cuantos antes.