Vivir hacia adentro es vivir para que nos atiendan, para que los demás hablen de mí, que nos presten atención y estén pendientes de nuestras necesidades. Todos necesitamos vivir hacia adentro pues todos necesitamos atención. Pero a veces abusamos de este estilo de vida por distintas razones y de este modo conseguimos justo el efecto no deseado: sentirnos desatendidos, olvidados, solos.
A veces nos convertimos en insaciables depredadores de atención y abusamos de reclamar directa o indirectamente ser el centro de las conversaciones, ser el contenido de la información: que se hable de nosotros. Pero esto no consigue otra cosa que hacernos sentir más olvidados, menos atendidos, más frustrados. No nos sentimos a gusto y hacemos sentir mal también a las personas a las que más estimamos, que es a las que más exigimos. Esta es una situación insostenible: Debemos cambiarla cuantos antes.
Vivir hacia afuera es vivir pendiente de lo que sucede a nuestro alrededor, del mundo de nos circunda, de la naturaleza, de la obra del hombre, de las personas con las que vivimos y de sus deseos, necesidades y forma de ser. Vivir hacia afuera es dar a los demás porque estamos pendientes de lo que necesitan o quieren y optamos por ser generosos olvidándonos un poco de nosotros mismos.
Hoy propongo un poco de VIVIR HACIA AFUERA para compensar tanto VIVIR HACIA ADENTRO en el que a veces caemos.
Y para comenzar a desarrollar el estilo VIVIR HACIA AFUERA propongo desarrollar varios hábitos.
1. Agradece Acostúmbrate e incluso oblígate a sentir el mundo que te circunda. Presta atención al ambiente que te rodea. Observa a las personas con las que convives como fuente de riqueza. Mira lo que la ciudad o el pueblo te ofrece como regalos que están a tu alcance. Mira la cultura de tu entorno como maravillas de la creación humana. Valora lo que tienes y no pierdas energía pensando en lo que pudieras sentir que te falta. Piensa que a tu alrededor hay un maravilloso mundo natural al que puedes acceder y del que puedes disfrutar. Admírate bigo live app download By using this app you can experience some real-time interactions with your favorite broadcasters and if you wish you can also chat with them por lo cotidiano: la salida del sol, su puesta, el atardecer, el calor del sol o la humedad de la lluvia, el sonido de los pájaros en el parque, el verde del jardín. Valora los alimentos que tomas y la compañía con quien te los tomas. Valora, valora, valora. Y agradece. Dar las gracias te hará feliz y tendrá en tu entorno un efecto positivo que finalmente redundará en tu propio beneficio y bienestar. Es el efecto bumerang de dar en positivo para recibir en positivo.
2. Conoce El mundo está lleno de posibilidades para poder aprender mucho. Te aconsejo que para orientar tu vida hacia afuera y dejar de mirarte el ombligo uses el mundo en el que vives habitualmente como un campo experimental que merece la pena conocer a fondo. Se trata de desarrollar tu curiosidad. Conocer es tan sencillo como ponerte al día de la agenda cultura de tu ciudad, explorar los jardines con ojos de investigador botánico o zoólogo. Conocer es sentir curiosidad por el modo en que los seres humanos se comportan y reaccionan, por sus relaciones. Conocer es ser observador, valorar con curiosidad aquello que observas y establecer relaciones entre los fenómenos o elementos observados.
3. Planifica Planificar es una buena manera de tomar conciencia de lo que hacemos y de qué estilo usamos preferentemente. Desarrollemos el hábito de planificar. Cada día es bueno desarrollar el hábito de planificar lo que vas a hacer. Puede ser buena idea anotarlo y verificar al fin del día como si se ha cumplido el programa previsto. De este modo nos podemos imponer acciones que nos oriente en el sentido de mirar a los demás, de atender a lo que los otros hacen o precisan de nosotros. Planifiquemos incluso atender racional y equitativamente a nuestras necesidades tanto como a las de los demás.
4. Exprésate Decir es tanto como escuchar para estar en el mundo con los demás. Pero llénate de contenidos acerca de los que puedas expresarte. Tú eres solo uno de los interlocutores: a veces emisor y en el siguiente turno receptor; pero nunca eres el mensaje, no eres el contenido del que se habla. Es frecuente que cuando conversamos lo que tratamos de hacer es que se hable de nosotros, de cómo nos gusta a nosotros la vida, de cómo la vivimos, de lo que hacemos. Nos gusta protagonizar. El contenido de muchísimas conversaciones será más agradable para todos si tenemos en cuenta el interés, el punto de vista de los participantes. Les haremos sentir bien si hablamos de ellos, de lo que a ellos les interesa y de cómo ven el mundo ellos.
¿Hacemos una prueba? Te propongo practicar el hábito de hacerles sentir bien expresando acerca de ellos y de este modo verás como disfrutas porque, finalmente, has conseguido tu propósito: sentirte bien por hacerles felices.
El modo en que expresas tus mensajes es también muy importante. Ojo, nota mental: debo escribir algo acerca de la importante del cómo conversar, además del qué para las conversaciones.
5. Descansa Y finalmente es siempre preciso descansar, parar, cesar de actuar. En muchas ocasiones, si no sabes parar de Vivir hacia adentro, con parar de hacerlo será suficiente. No siempre es necesario navegar a contra corriente. Puede ser genial si simplemente dejamos de navegar. No hacer nada nos lo podemos tomar justamente como un descanso. Así pues, descansa de pedir atención y verás como ese simple acto de no actuar te reporta recibir mucho: A cambio de descansar, logramos que otros se pongan en marcha, que otros se impliquen, que nuestro cuerpo aprende de la actividad durante el reposo, que hasta nuestras ideas encajan mejor tras haber descansado física y mentalmente.
Es importante pararnos a pensar en qué dualidad de estilos de comunicación nos movemos entre los extremos Vivir hacia adentro y Vivir hacia afuera. Será preciso obligarnos a “Vivir hacia afuera” cuando nuestro estilo de relación esté creehack significativamente volcado hacia el otro extremo: el vivir hacia adentro. No obstante, aunque no siempre sea preciso cambiar de estilo, nunca nos vendrá mal practicar el estilo “vivir hacia afuera” para desarrollar nuestra parte generosa, nuestra capacidad de escucha y nuestra curiosidad.
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