A menudo nos encontramos en situaciones en las que nos asaltan pensamientos que sabemos con certeza que no nos hacen bien, que nos dañan. Esos pensamientos muchas veces se disparan en la mente como consecuencia de estímulos externos, de conversaciones que tenemos con otras personas o de recuerdos que evocamos. Sea del modo que sea, lo cierto es que estos pensamientos se disparan solos escapando a nuestro control y condicionando nuestras emociones y, finalmente, nuestro comportamiento.