Algunas veces recuerdo como, cuando estudiaba, el profesor nos pedía “justifica tu respuesta”, al proponernos algunos ejercicios… Hoy sigo pidiendo a mis alumnos “justifica tu respuesta” cuando en alguno de esos ejercicios deseo que elaboren argumentos acerca del asunto del que estemos tratando.
Y no se por qué arte de pensamiento rumiante esa expresión me venía a la cabeza una y otra vez desde hace unos días: Justifica tu respuesta, justifica tu respuesta… ¿Qué le pasa a mi cerebro? ¿A qué viene tanta insistencia?
¡Y de repente aparece la posibilidad de jugar!: Vamos a cambiar palabras de la oración a ver qué sucede con ese pensamiento. Y lo hago: Justifica tu respuesta se transforma en “emociona tu respuesta”. Cambiamos el verbo y el mandato de actuar racionalmente se torna en mandato de actuar emocionalmente. Emociona tu respuesta. Emociona tu respuesta…
¿Qué significa?
Significa «hazte consciente de la dimensión emocional de tu experiencia vital». O en palabras menos técnicas, siente la vida, experimenta la emoción que cada
momento de la vida produce en ti. Aprende a elegir emociones en función de cómo se deslizan por ti azarosa o intencionalmente. Que la vida es pensamiento, claro, que la vida es emoción, por supuesto. Experimenta tus emociones. Difrútalas o padécelas. En cualquiera de los casos: Toma conciencia de que la naturaleza emocional que cada vivencia produce en nosotros.Emociona tu respuesta: Expresa y siente en tu pulso vital el latido de la vida. Observa ese latido. Juega a poder alterarlo a voluntad…
Dos procesos básicos se van a producir si comienzas a entrenarte para tomar conciencia más intensamente de lo que significa centrar la atención en cómo vivimos las emociones y cómo cada vivencia nos hace sentir:
1º.- Un desarrollo de la atención consciente hacia nuestro mundo emocional. Debemos saber que la percepción de las emociones se puede entrenar… Una vez sabido esto, entrenemos la atención emocional.
2º.- Multiplicaremos el valor de nuestra experiencia al desarrollar la percepción de nuestro mundo emocional.
Cuando ya se tiene controlado el juego de emocionar nuestras respuestas aparecen posibilidades de aplicarlo a la mejora de la gestión de nuestra vida. De inmediato, se me ocurren algunas posibilidades:
Por una parte, emocionar tu respuesta ayuda a mejorar y mantener un elevado nivel de autoestima. Evidentemente cuando comenzamos a sentir con más intensidad lo que ocurre es que nos conocemos mejor y valoramos más nuestra vida. Vamos a sentir que estamos más vivos, que conocemos mejor cómo vivimos y de ese conocimiento va a surgir un mayor nivel de aprecio hacia nosotros mismos.
Por otro lado, podemos aplicar la idea de emocionar nuestra respuesta a la gestión de la toma de decisiones complejas e importantes. Normalmente cuando tenemos que decidir algo lo hacemos en base a lo que pensamos. Afirmamos, por ejemplo, “dame tiempo para pensarlo”. Si queremos involucrar a nuestra naturaleza completa en la toma de decisiones deberíamos atender también a lo que sentimos durante una toma de decisiones. Así pues, podríamos afirmar: “dame tiempo para sentirlo”. Cuando vayamos a tomar una decisión debemos pensarlo bien y, al tiempo, sentir bien cómo las consecuencias de nuestras decisiones nos van a emocionar o van a afectar a las emociones de otros.
Antes de terminar, un video con consejos muy prácticos para ampliar información sobre cómo llenar tu vida de emoción…
Y por último, se me ocurre que emocionar nuestra respuesta hace nuestra experiencia más grata y una consecuencia lógica es que transmitimos a los que nos rodean ese aprecio por la vida y el valor que damos a vivir siendo conscientes de nuestras emociones.
[Imágenes extraídas de Creative Commons Images]