La Piedra (curiosidades que inspiran en Psicología)

Estudié y trabajo en Psicología, una ciencia que estudia los procesos mentales, las las percepciones y el comportamiento humano. Pero también una ciencia que encuentra la inspiración en insospechados territorios o curiosidades. Así empieza hoy mi artículo, con vocación inspiradora para muchos que buscan y encuentran en los pequeños detalles, grandes alianzas o soluciones…

Tan insignificante como inspiradora, os presento a: Mi Piedra.
Tan insignificante como inspiradora, os presento a: Mi Piedra.

Paseando recientemente por un camino me fijé en una pequeña piedra que llamó mi atención por su casi perfecta redondez. La tomé con mis dedos, la miré y la sentí mía. Mi piedra no es perfecta, ni especialmente hermosa, es una piedra vulgar, modesta. Es lo que podríamos llamar una auténtica piedra normal y corriente con forma redondeada.

Desde que la adopté, mi piedra va conmigo a todas partes en un estuche en el que llevo los bolígrafos, algún lápiz, el borrador y el sacapuntas. Al principio no sabía por qué la llevaba, pero sentí que la quería ahí…

Un día comencé a trabajar en una de mis sesiones como psicólogo atendiendo a una persona que se encontraba triste y desorientada. Dediqué gran parte de la sesión a escuchar lo que espontáneamente aquella mujer necesitaba contarme acerca de su estado de salud, de su situación personal, de sus relaciones familiares y sociales… Sabía que debía escuchar muy atentamente todo lo que aquella persona deseaba expresar. Su relato era el de una trayectoria personal que la hacía sentir triste, sola, bloqueada con respecto a su presente y su futuro, resentida con su pasado e infeliz.

Recuerdo que le pedí a aquella persona que durante unos minutos permaneciese en silencio y respetase que yo también me estuviese callado. Sería un silencio inspirador… Yo no sabía aún cómo orientar mi intervención y pedí este receso para procesar mentalmente las distintas opciones terapéuticas.

En aquel silencio que no duraría más de un minuto lo que apareció inicialmente en mi mente fue la imagen de mi piedra. Junto a esta imagen tomé conciencia de que esta persona llevaba paralizada en su situación vital durante un tiempo significativo y de que ella deseaba y sentía la necesidad de acabar con aquella parálisis y vivir experiencias que aportaran valor a su existencia. De inmediato supe qué debía hacer.

Haciéndole ver lo que hacía, saqué mi piedra del estuche y la coloqué en la mesa en la que estábamos trabajando.

– “¿Sabes qué es esto?”, pregunté.
– “Una piedra”, respondió ella.
– “Una bola de nieve”, repuse yo.

Bola de nieve
Un cambio pequeño puede precipitar una maravillosa cadena de acontecimientos, como una piedrecilla puede formar una gran bola de nieve…

Le expliqué con profusión de detalles que una piedra de este tamaño puede llegar a convertirse en una enorme bola de nieve si se encuentra en la circunstancia de rodar desde lo alto de una montaña lo suficientemente alta como para ir adhiriendo a su paso la necesaria cantidad de nieve consistente. Ella comprendió que pequeños gestos o cambios en tu comportamiento, percepciones, en sus actitudes… podrían procurarle una existencia más feliz.

Lo pequeño puede ser poderoso. Cambiar un hábito fácil de modificar, alterar en un detalle un esquema de pensamiento, pequeñas apreciaciones subjetivas en un sentido positivo nos pueden aportar ventajas adaptativas. A veces nos abruma la necesidad de hacer grandes cambios en nuestra conducta, en nuestra forma de pensar, en nuestras emociones o en las apreciaciones acerca de las experiencias. Y muchas de esas veces un cambio pequeño puede precipitar una maravillosa cadena de acontecimientos que nos hagan actuar, pensar y sentir mejor.

Aquella tarde me sentí abrumado por lo que esta pequeña piedra mía fue capaz de aportarme. Desde entonces mi apego y agradecimiento hacia ella ha crecido y cobrado más valor.

Su contemplación me recuerda que eso de “menos da una piedra” no siempre se ajusta a la realidad de las relaciones entre personas y seres inertes. Que lo pequeño no es siempre lo menos importante o lo menor. Mi piedra me inspira cuando necesito alternativas a las rutinas trazadas por los hábitos y me da mucho jugo en instantes precisos. Es una pequeña gran presencia la suya entre mis pertenencias.

Desde ese día mi piedra ha consolidado su presencia a mi lado y me hace sentir bien. Cuando necesito relativizar o estoy un poco perdido entre la incertidumbre y la inseguridad, la saco y juego con ella. La miro, la hago rodar entre mis dedos o sobre la palma de mi mano, la coloco sobre la mesa y me fijo en ella… Ahí, quieta, parece que no hace nada, pero me recuerda que lo importante de las cosas a veces solo se hace visible si tienes entrenada tu mirada para ver lo esencial y lo profundo.

[Imagen de ‘Bola de Nieve’ extraída de Creative Commons Images]